Mar 5, 2022

Ubicada en la isla de Sicilia, Palermo es una de las ciudades con más encanto del Mediterráneo y no lo decimos solo nosotros, sino también los numerosos turistas que cada año la visitan y se dejan conquistar por sus gentes, su gastronomía y su rico patrimonio artístico y arquitectónico.

Su lugar estratégico en el viejo continente ha servido para convertirla en testigo impasible de la historia. Conquistas, invasiones, desastres naturales, miseria y mafia son algunos de los aspectos más destacables que forman parte del ADN de esta ciudad, la cual no deja impasible a ninguno de sus visitantes. 

Pese a que no tiene tanto que aportar como Milán, Roma o Florencia, es un ciudad que ofrece una gran variedad cultural que sorprende a muchos viajeros y turistas. En este sentido, es similar a Verona, que aparentemente puede que no llame la atención, pero te encuentras auténticas maravillas.

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La mejor manera de visitar y ver Palermo: hacer un free tour

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Destaca de esta ciudad, sobre todo, sus construcciones religiosas, debido a la gran influencia del cristianismo en el país, y la amalgama con otras culturas ha creado edificios únicos e irrepetibles. Belleza, arte, misterio y mucha tradición se cuelan en cada rincón de la capital siciliana para embelesar a propios y extraños.

Si de este maravilloso lugar solo conoces al personaje de La Casa de Papel, ya estás tardando en reservar tu vuelo. Además, qué ver en Palermo no será un problema, los free tours son una estupenda opción para conocer más a fondo todo lo que la ciudad puede ofrecerte.

No obstante, nosotros no nos hemos podido resistir a elaborar esta lista con los lugares imprescindibles de esta pequeña parte de Italia. Estamos seguros de que te ayudará a saber más sobre la increíble historia de Palermo y a decidir qué monumentos y lugares no te quieres perder por nada del mundo. Así que, ¡presta atención!

1. Piazza Marina

¿Qué hacer en Palermo? Pues nada como empezar la visita dando un paseo por Piazza Marina, una de las plazas más famosas de la ciudad. Se encuentra en la calle Cassaro, en el barrio de Kalsa, dentro del centro histórico de Palermo y en ella destaca el gran Jardín Garibaldi.

En la Edad Media, la zona donde se ubica era un pantano que estaba conectado con el antiguo puerto de Palermo. Más tarde, en el siglo XIV, fue reacondicionado. Durante el periodo español, el espacio de la plaza fue utilizado por la Inquisición, cuya sede era el adyacente Palazzo Chiaramonte, para la ejecución de los herejes procedentes de las prisiones cercanas a este palacio.

Fue en 1863, cuando Giovan Battista Filippo Basile diseñó el Jardín Garibaldi en el centro de Piazza Marina. Este jardín es famoso porque la higuera de Bahía Moreton más grande de Europa está situada en él. En la zona también se encuentran varios edificios como el Palazzo Chiaramonte, el Palazzo Galletti di San Cataldo, el Palazzo Fatta, el Palazzo Notarbartolo di Villarosa Dagnino, el Palazzo delle Finanze, el Hotel de France, el Teatro Libero, las iglesias de Santa Maria dei Miracoli, San Giovanni dei Napoletani y Santa Maria della Catena y la Fontana del Garraffo.

Top mejores lugares para visitar en Palermo

Una de las anécdotas recientes más famosas que giran en torno a este lugar es la ocurrida en 1909, cuando un oficial de policía de Nueva York, Joe Petrosino, fue asesinado en la plaza durante una misión de alto secreto contra la mafia. Más tarde, en su recuerdo, se erigió un pequeño monumento.

El mercadillo más querido de Palermo se apodera de Piazza Marina y de las calles aledañas todos los domingos por la mañana. ¿Tienes buen ojo para las gangas? En ese caso, no pierdas la oportunidad de ir. Podrás descubrir auténticos tesoros entre los puestos de libros, discos antiguos y objetos católicos decorativos muy kitsch. Joyas, cerámica siciliana, esculturas recicladas, juegos de café o sillones de estilo art decó son algunos ejemplos de ello. Nuestro consejo es que te dirijas temprano si quieres hacer los mejores hallazgos.

2. Catedral de Palermo

Está dedicada a la Asunción de la Virgen María y como complejo arquitectónico se caracteriza por la presencia de diferentes estilos, debido a una larga historia de alteraciones y restauraciones, la última de las cuales ocurrió en el siglo XVIII. No pierdas la oportunidad de contemplar por ti mismo este edificio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La catedral fue erigida en 1185 por Walter Ophamil, el arzobispo de la ciudad en aquella época, y el ministro del rey Guillermo II, en el sitio que ocupaba una basílica bizantina. Al parecer, esta iglesia anterior fue fundada por el papa Gregorio I y luego convertida en mezquita por los sarracenos después de su conquista en el siglo IX. El edificio medieval tenía una planta basilical con tres ábsides, de los cuales solo algunos elementos arquitectónicos han sobrevivido hasta nuestros días.

Las órdenes superiores de las torres de las esquinas se construyeron entre los siglos XIV y XV, mientras que a principios del Renacimiento se añadió el pórtico sur. El aspecto neoclásico actual corresponde al trabajo supervisado por Ferdinando Fuga durante las décadas de 1781 a 1801. También es obra de Fuga la gran cúpula que emerge del cuerpo principal del edificio y las cúpulas más pequeñas que cubren los techos de los pasillos. En este período, el gran retablo de Gagini, decorado con estatuas, frisos y relieves, fue destruido y las esculturas se trasladaron a diferentes partes de la basílica.

En las salas de la Sacristía de los Cánones se expone el llamado “tesoro de la catedral“, compuesto por un variopinto compendio de objetos de gran valor histórico y material. Vestimentas sagradas del siglo XVI al siglo XVIII, frontales, custodias, cálices, la tiara dorada de Constanza de Aragón (tomada de su sepulcro), espléndidas joyas medievales con esmaltes, bordados, gemas y perlas, son solo algunos ejemplos.

Tampoco nos podemos olvidar del breviario de 1452, con el escudo de armas del arzobispo Simone de Bolonia y miniaturas del pintor Guglielmo da Pesaro y otros ilustradores, que ahora se exhibe en el Museo Diocesano; un cáliz tipo madonita de la segunda mitad del siglo XV; el relicario arquitectónico del siglo XV caracterizado por agujas y pináculos del estilo gótico-catalán de la época o el cáliz del siglo XVII decorado con esmaltes y gemas policromadas, obra del orfebre de Palermo Don Camillo Barbavara. También dentro de la Sacristía de los Cánones se encontraban cuatro pedestales de madera diseñados por el arquitecto Francesco Paolo Palazzotto a principios del siglo XX, de estilo neonormanista, que utilizaban los coros para leer en el presbiterio.

3. Palacio de los Normandos y Capilla Palatina

Este palacio se encuentra en el punto más alto del antiguo centro de la ciudad, justo encima de los primeros asentamientos púnicos, cuyos restos aún se pueden encontrar en el sótano. Se cree que el primer edificio, el al-Qasr (en árabe, castillo o palacio) fue construido en el siglo IX por el emir de Palermo. Partes de este primer edificio todavía son visibles en los cimientos y en los sótanos, donde están presentes las típicas bóvedas árabes. Después de que los normandos conquistaron la isla en 1072 y establecieron a Palermo como la capital del nuevo Reino de Sicilia, el palacio fue elegido como la residencia principal de los reyes. De ahí que esté considerado como la residencia real más antigua de Europa.

Los reyes normandos transformaron el antiguo palacio árabe en un complejo multifuncional con objetivos administrativos y residenciales. Todos los edificios estaban unidos entre sí a través de arcadas y rodeados de jardines, diseñados por los mejores jardineros del Medio Oriente.

Más tarde, sirvió como la principal sede del poder para los posteriores gobernantes de Sicilia, como es el caso del Parlamento siciliano y, actualmente, alberga la Asamblea Regional de Sicilia.

Capilla Palatina

El palacio contiene la Capilla Palatina, mandada construir en 1132 por el rey Rogelio II. Fue edificada sobre otra capilla más antigua y se trata del mejor ejemplo del llamado estilo árabe-normando-bizantino que prevaleció en la Sicilia del siglo XII.

La capilla combina armoniosamente esta variedad de estilos: la arquitectura normanda y la decoración de las puertas, los arcos árabes y las escrituras que adornan el techo, la cúpula bizantina y los mosaicos. Por ejemplo, grupos de cuatro estrellas de ocho puntas, típicas del diseño musulmán, están dispuestas en el techo para formar una cruz cristiana. Los amantes del arte y la arquitectura se deleitarán con los maravillosos mosaicos, su techo de madera y las incrustaciones de mármol que se pueden ver en la parte inferior de las paredes y en el suelo.

4. Catedral de Monreale

Seguimos con las construcciones religiosas, en este caso, la Catedral de Monreale, una de las atracciones más importantes de Sicilia, ya que está considerada como monumento nacional en Italia. Se construyó en 1174 por orden de Guillermo II de Sicilia y destaca por ser uno de los grandes referentes en cuanto a arquitectura normanda.

Según cuenta la leyenda, el rey Guillermo II de Sicilia, durante una de sus cacerías por el bosque, se durmió a la sombra de un algarrobo cerca de Monreale. Fue durante este sueño revelador cuando la Virgen se le apareció y le dijo que construyera una iglesia en ese preciso lugar. Posteriormente, cuando quitó el árbol bajo el que se había dormido, descubrió un tesoro de monedas de oro que usó para financiar la construcción de la catedral. Aunque se trata de una bella historia, lo más probable es que erigir esta iglesia formara parte de un plan para competir con el entonces obispo de Palermo, Walter Ophamil, quien, por su parte, había ordenado hacer la gran Catedral de Palermo, de la cual hemos hablado antes.

La construcción de la Catedral de Monreale se inició en 1172 por aprobación del papa Alejandro III. Unos años más tarde, el papa Lucio III fue el encargado de establecer la arquidiócesis de Monreale y elevar al rango de catedral a la iglesia de la abadía. Como dato curioso, Luis IX, rey de Francia y hermano del rey Carlos I de Nápoles, fue enterrado aquí en el año 1270.

Fue consagrada por el papa Clemente IV en 1267, luego de que finalmente completaran las obras. La catedral se mantuvo impasible hasta que se agregó un pórtico al lado norte en el siglo XVI. Este elemento arquitectónico fue diseñado por Giovanni Domenico Gagini y Fazio Gagini, siguiendo un estilo renacentista.

Si hay algo que llama la atención de esta catedral son los mosaicos de vidrio de estilo bizantino que decoran el interior y que datan de los siglos XII y XIII, siendo estos elaborados por maestros del lugar y venecianos. Con la excepción de un alto zócalo, hecho con losas de mármol y bandas de mosaico entre ellas, toda la superficie interior de las paredes, incluidos los plafones y las jambas de todos los arcos, está cubierta con teselas de colores brillantes sobre un fondo dorado. Estamos hablando, en total, de una superficie de unos 6500 metros cuadrados cubierta por mosaicos. Las imágenes, organizadas en niveles, representan historias tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.

5. Plaza Quattro Canti

No puedes visitar Palermo sin dar un paseo por la emblemática Quattro Canti. Oficialmente conocida como Piazza Vigliena, es una plaza barroca situada en el cruce de las dos calles principales de Palermo: la Via Maqueda y el Corso Vittorio Emanuele, anteriormente conocida como il Cassaro.

Esta obra data de 1608, cuando el virrey de la época le encarga al arquitecto florentino, Giulio Lasso, la organización urbanística de la ciudad. En el momento en que se construyó, fue uno de los primeros ejemplos importantes de urbanismo en Europa.

La plaza tiene forma octogonal, compuesta por cuatro calles y cuatro edificios barrocos, cuyas fachadas casi idénticas toman como referencia directa las Quattro Fontane de Roma.

¿Qué ver y hacer en Quattro Canti, Palermo?

El término Quattro Canti, propiamente dicho, hace alusión a estas cuatro fachadas decorativas que delimitan el espacio de la intersección. Las cuatro elevaciones presentan una articulación en varios niveles, con una decoración basada en el uso de órdenes arquitectónicas y elementos figurativos. De abajo hacia arriba, se estructuran siguiendo un principio de ascensión del mundo de la naturaleza al del cielo.

Los cuatro pisos de la fachada están así decorados: en el piso inferior, fuentes que representan los ríos de la antigua ciudad (Oreto, Kemonia, Pannaria, Papireto); luego, una orden en estilo dórico, que contiene las alegorías de las cuatro estaciones, representadas por Eolo, Venere, Cerere y Bacco; el siguiente orden, en estilo jónico, alberga las estatuas de los cuatro reyes españoles de Sicilia: Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV; finalmente, en el orden superior, las cuatro santas de Palermo: Agata, Ninfa, Oliva y Cristina, esta última patrona de la ciudad.

El “Quinto Canto” es el que se puede ver en Via Vittorio Emanuele y forma parte de la fachada derecha de la Iglesia de San Giuseppe dei Teatini.

6. Museo Internacional de las Marionetas Antonio Pasqualino

La historia de este singular museo está vinculada a su fundador, Antonio Pasqualino, fallecido en 1995, un cirujano y antropólogo experto en historia y cultura de su patria, Sicilia. Este hombre dedicó sus investigaciones a una forma de teatro que, en la segunda mitad del siglo XX, parecía estar desapareciendo inexorablemente: el teatro de marionetas siciliano -la Opera dei pupi- que narraba la historia de las cruzadas y los paladines franceses, las cuales ya habían sido el foco principal de algunos de los maestros de la literatura italiana como Ludovico Ariosto, Matteo Maria Boiardo y Torquato Tasso.

El Museo Internacional de Marionetas se dedica a salvaguardar esta peculiar forma de teatro que es una parte muy preciada de la historia del país y que, desde 2001, fue declarada como obra maestra del patrimonio inmaterial y oral de la humanidad por la Unesco. Si el teatro es una de tus aficiones, esta es una visita obligada.

Su historia se remonta a 1965, cuando Antonio Pasqualino, junto con otros intelectuales, fundó la Asociación para la Conservación de las Tradiciones Populares y, con la ayuda de su esposa Janne Vibaek, realizó la recopilación de diversos elementos con el objetivo de proteger esta tradición de la destrucción y el olvido.

Ya en 1975, la Asociación para la Conservación de las Tradiciones Populares fundó el Museo Internacional de Marionetas, donde los artículos recolectados a lo largo de los años -guiones, títeres, teatros y muebles- encontraron, por fin, su hogar. Hablamos de piezas traídas de muchos países europeos y del Lejano Oriente, como Francia, España, Tailandia, Vietnam o Birmania.

Desde entonces, se han llevado a cabo muchas actividades, como por ejemplo el Festival di Morgana anual con artistas de todo el mundo, así como intercambios culturales con asociaciones similares en los cinco continentes. Desde la muerte de Antonio Pasqualino, el museo lleva su nombre.

El proyecto teatral también consiste en la producción de espectáculos innovadores. Desde el principio, ha ofrecido nuevas aportaciones a los escritores y músicos contemporáneos para la producción de nuevas obras de teatro, y a los pintores y artistas visuales se les han ido encargando nuevas escenografías y títeres que ahora son una parte muy interesante de la colección permanente del museo.

Este lugar también alberga la Biblioteca “Giuseppe Leggio”, con una colección de siete mil libros sobre títeres y tradiciones populares. Entre estos, destaca una preciada colección de guiones escritos a mano que datan de los siglos XIX y principios del XX, y las publicaciones caballerescas publicadas entre fines del siglo XIX y principios del XX. Además, el museo tiene una biblioteca multimedia con fotografías, vídeos y grabaciones de sonido centrados en las tradiciones de títeres de diferentes países.

Otro aspecto a destacar de este museo es el emplazamiento donde se ubica, el ex Hotel de France, un edificio conocido por su valor arquitectónico e histórico que se encuentra en el centro de Palermo, cerca de la monumental Piazza Marina. Recientemente, la plaza adyacente lleva el nombre del fundador del Museo, Antonio Pasqualino. La construcción se desarrolla en tres niveles y tiene, además de la biblioteca y la biblioteca multimedia de las que hablábamos, muchas salas de exhibición, una librería y un teatro utilizado para sus actuaciones y espectáculos.

7. Teatro Massimo

¿Qué mejor forma de disfrutar de tu estancia en Palermo que asistiendo a uno de los espectáculos que ofrece el Teatro Massimo? No estamos ante un edificio cualquiera; además de su espléndida programación, podrás deleitarte con la solemnidad y la belleza que desprende su arquitectura y decoración. Famoso por su acústica perfecta, se trata del teatro de ópera más grande de Italia, y uno de las más importantes a nivel europeo, después del Palais Garnier en París y el K. K. Hof-Opernhaus en Viena.

En 1864, el Consejo de Palermo anunció un concurso internacional para la creación del teatro a instancias del alcalde, Antonio Starrabba di Rudinì. Durante muchos años se había hablado de construir un gran teatro nuevo en Palermo, digno de la segunda ciudad más grande del sur del país, después de Nápoles, y diseñado para promover la imagen de la ciudad, justo después de la unificación de Italia en 1861.

La ópera fue diseñada y supervisada por el arquitecto italiano Giovan Battista Filippo Basile, conocido anteriormente en Sicilia por su trabajo de restauración de la catedral en la ciudad de Acireale, así como por los diseños de jardines y villas en la ciudad de Palermo y Caltagirone. Después de su muerte en 1891, la construcción fue supervisada por su hijo, Ernesto Basile. Asimismo, bustos de compositores famosos fueron tallados para el teatro por el escultor italiano Giusto Liva y varios de sus hijos.

Basile se inspiró en la arquitectura siciliana antigua y clásica y, por lo tanto, el exterior fue diseñado siguiendo un estilo neoclásico que incorpora elementos de los templos griegos en Selinunte y Agrigento. El auditorio fue concebido para albergar a 3000 personas, pero en su forma actual tiene capacidad para solo 1381, con 7 niveles de palcos que se elevan alrededor de un escenario inclinado.

Se tardó un total de 22 años en completar la construcción, hasta que, finalmente, el 16 de mayo de 1897, el Teatro Massimo quedó oficialmente inaugurado con la representación de la obra Falstaff de Verdi, dirigida por Leopoldo Mugnone.

Si eres un gran amante del cine es probable que reconozcas este lugar, ya que las escenas finales de la película El Padrino Parte III fueron filmadas en el teatro.

8. Catacumbas de los Capuchinos

¿Creías que las catacumbas eran algo exclusivo de París? Pues nada de eso, en Palermo también puedes encontrar estos pasadizos subterráneos. Pueden parecer una atracción turística algo macabra pero, sin duda, resultan muy didácticas y un testigo histórico extraordinario. La muerte siempre ha sido un tema tabú, sobre todo en esta isla del Mediterráneo y, durante siglos, muchos sicilianos utilizaron la momificación para asegurarse de que hubiera un vínculo constante entre la vida y la muerte. Sin duda, este cementerio subterráneo se trata de un buen punto de partida para reflexionar sobre la fugacidad de la vida, las vanidades terrenales y la inutilidad del apego de los hombres a la apariencia física.

Las catacumbas toman su nombre del monasterio capuchino de Palermo que se erige sobre ellas. Fue en el siglo XVI cuando los monjes empezaron a excavar criptas debajo de él. En 1599 se produjo la primera momificación de uno de ellos, el hermano Silvestro de Gubbio.

El método de embalsamamiento implicaba, en primer lugar, drenar el cadáver durante aproximadamente un año para después extraer los órganos internos. Luego el cuerpo, más o menos marchito, se lavaba con vinagre, se rellenaba de paja y se cubría con los ropajes de la persona. Otros métodos, utilizados especialmente en épocas de epidemias, incluían baños de arsénico o agua con cal.

Originalmente estaban destinadas solo a los frailes muertos. Sin embargo, en los siglos siguientes se convirtió en un símbolo de estatus ser enterrado allí, y fue precisamente gracias a las donaciones de los familiares de los fallecidos que las catacumbas pudieron mantenerse.

Cada nuevo cuerpo se colocaba en un nicho temporal para luego trasladarlo a un lugar más permanente. Mientras las contribuciones continuaban, el cuerpo permanecía en su lugar apropiado, pero cuando los familiares cesaban el envío del dinero, el cuerpo se ponía en un estante hasta que se reanudaran los pagos. Los familiares solían visitar el lugar para rezar por el difunto y también para mantener el cuerpo en condiciones presentables.

Las catacumbas contienen alrededor de 8000 cadáveres y 1252 momias, según lo indicado en el último censo realizado por EURAC en 2011, y los pasillos se dividen por sexo y categoría social: hombres, mujeres, vírgenes, niños, sacerdotes, monjes y profesionales.

Cuando a mediados del siglo XIX las disposiciones sanitarias prohibieron los entierros en las iglesias y en el sótano, se erigió el cementerio capuchino junto a la iglesia. No obstante, a pesar de que las catacumbas se cerraron oficialmente en 1880, se siguió enterrando gente hasta entrada la década de 1920.

9. Fontana Pretoria

Esta curiosa fuente se encuentra en el corazón del centro histórico, siendo, quizás, el emblema más popular de la Piazza Pretoria. La fuente representa a los Dioses del Olimpo, figuras mitológicas, animales y los ríos de Palermo.

En un primer momento, la fuente fue creada para el jardín de don Luigi de Toledo, hermano del antiguo virrey de Sicilia García de Toledo, en Florencia. Como curiosidad, la tierra de este jardín había pertenecido a las monjas de San Domenico del Maglio. Posteriormente, en él se construyó el Palazzo di San Clemente. La creación de este jardín inusual, por estar desprovisto de palacios, y de la fuente fue encargada al escultor florentino Francesco Camilliani.

La construcción de la fuente se inició en 1554. La obra incluía 48 estatuas y estaba rodeada por un gran cenador formado por 90 columnas de madera, diseñadas por Bartolomeo Ammannati.

¿Y cómo acabó esta fuente en Palermo? Pues todo se remonta a 1573, cuando el endeudado Luigi de Toledo, a punto de mudarse a Nápoles, vendió la fuente a la capital de Sicilia. De hecho, el senado de esta ciudad decidió comprar la construcción para colocarla justo en la plaza frente al Palazzo Pretorio, donde se sitúa actualmente.

El 26 de mayo de 1574 la fuente llegó a la ciudad y, para transportarla, se tuvo que desmontar en 644 piezas. Asimismo, también fue necesario demoler algunos edificios de alrededor para dejar espacio a la fuente. Sin embargo, esta llegó incompleta a su destino, ya que algunas esculturas fueron dañadas durante el transporte y otras tal vez fueron conservadas por el propio Luigi de Toledo. Probablemente, este último supuesto sea el caso de las estatuas de dos Divinidades preservadas en el Museo Bargello de Florencia y otras estatuas colocadas en Nápoles y posteriormente en los jardines de la Abadía de Cáceres.

A causa de estos inconvenientes, en Palermo fueron necesarios algunos ajustes para adaptar la obra al lugar. El trabajo de montaje fue realizado por Camillo Camilliani, hijo de Francesco Camilliani que, en 1581, completó el proyecto con la ayuda de Miguel Ángel Naccherino.

Entre los siglos XVIII y XIX, la fuente fue considerada una especie de representación del corrupto municipio de Palermo. Por esta razón y debido a la desnudez de las estatuas, la plaza se hizo popularmente conocida comoPiazza della Vergogna (Plaza de la Vergüenza).

10. Palacio de Zisa

El Palacio de Zisa se caracteriza por estar inspirado en la arquitectura morisca. De hecho, Zisa deriva de la voz árabe al-Azīz, cuyo significado se podría traducir como “querido” o “espléndido”. Esta misma palabra aparece en escritura Naskh en la entrada, una práctica muy habitual en las principales construcciones islámicas de la época.

La construcción fue iniciada en el siglo XII por artesanos árabes para el rey Guillermo I de Sicilia y completada por su hijo Guillermo II. El edificio había sido concebido como residencia de verano para los reyes normandos, como parte del gran complejo real conocido como Genoardo (en árabe: Jannat al-arḍ, literalmente “Paraíso en la Tierra”) que se extendía con espléndidos pabellones, exuberantes jardines y cuencas de agua desde Altofonte hasta las paredes del palacio real.

En el siglo XIV se añadieron almenas, destruyendo en parte la inscripción árabe (en caracteres cúficos) que embellecía la parte superior del edificio. Se introdujeron modificaciones más sustanciales en el siglo XVII, cuando el Zisa, reducido a condiciones muy pobres, fue comprado por Giovanni di Sandoval e Platamone. El escudo de armas de mármol de este último, con dos leones, se puede ver sobre la entrada. También se modificaron varias habitaciones del interior y se agregaron otras en el techo, se construyó una gran escalera y nuevas ventanas externas.

Desde 1808 hasta la década de 1950, el príncipe Notarbartolo di Sciara utilizó el palacio como residencia. Adquirido por la Región de Sicilia y restaurado en las décadas de 1970 y 1980 (la parte norte se había derrumbado en 1971 y ha sido reconstruido según el estilo original), el Zisa hoy está abierto a los turistas. Algunas habitaciones albergan piezas de arte islámico, herramientas y artefactos de la zona mediterránea. La sala más notable es la sala central, con una decoración en mosaico; antiguamente también había una fuente, desde donde fluía el agua hacia afuera.

El 2015 el Zisa fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, junto con otras construcciones como parte del conjunto Palermo árabe-normando y las catedrales de Cefalú y Monreale, un total de nueve bienes artístico-monumentales que destacan por la arquitectura de estilo árabe-normando. El compendio incluye puntos de interés que ya hemos tratado en esta lista como la Catedral de Palermo, la Catedral de Monreale o el Palacio de los Normandos y la Capilla Palatina, a los que se le añaden la iglesia de San Juan de los Eremitas, la iglesia de Santa María dell’Ammiraglio, la iglesia de San Cataldo, el puente del Almirante, la catedral de Cefalú y el propio Palacio de Zisa.

Más lugares imprescindibles que visitar en Palermo

Estos son solo algunos de los lugares más emblemáticos de esta ciudad siciliana. Pero no podíamos terminar este artículo sin nombrar otros lugares imprescindibles como pueden ser la Iglesia del Gesù, una de las iglesias barrocas más importantes; el Jardín Botánico de Palermo, con 10 hectáreas dedicadas al Departamento de Ciencia Botánica de la Universidad de Palermo; la Iglesia de Santa Catalina, que es una amalgama de los estilos barroco, siciliano, rococó y Renacentista; la Concatedral de Santa María del Almirante, famosa por su espectacular interior, dominado por una serie de mosaicos del siglo XII elaborados por artesanos bizantinos; o Villa Palagonia, popular principalmente por las estatuas de monstruos con rostros humanos que decoran su jardín y su muro y que le valieron el apodo de “La Villa de los Monstruos” (Villa dei Mostri).

Mapa de los lugares imperdibles que ver en Palermo

La lista puede ser enorme, pero desde luego estamos seguros de que no te aburrirás durante tu estancia aquí. Recuerda que siempre tienes la posibilidad de realizar alguno de los free tours que ofrece Palermo, los cuales invitan a recorrer sus calles a pie para conocer con detalle todos los datos históricos y de interés que harán las delicias de los más curiosos.

Ahora que ya sabes qué ver y qué hacer en Palermo, esperamos que puedas realizar tu viaje lo antes posible. Déjate seducir por los encantos que te ofrece la capital siciliana y cosecha grandes recuerdos de tu estancia en el lugar. ¿Un truco? Deja algunos lugares por descubrir en cada visita y así siempre tendrás una excusa para volver.


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